La escritora chilena Gabriela Mistral (1889-1957) escribió allá por 1922 un grupo de poemas llamado Rondas. Uno de ellos, "Los que no danzan" dice así: "Una niña que es inválida / dijo:
'¿ Cómo danzo yo ?' / Le dijimos que pusiera / a danzar su corazón... /Luego dijo la quebrada: 'Cómo cantaría yo?' / Le dijimos que pusiera/a cantar su corazón... / Dijo el pobre cardo muerto:
/ 'Cómo danzaría yo?9 / Le dijimos: 'Pon al viento / a volar Tu corazón...f ".
Sin saberlo, a través de su rima sencilla. Mistral expresaba los principios básicos de la danzaterapia, una disciplina de difusos y múltiples orígenes. Ella. quien fuera también -no casualmente- una maestra rural de recursos originales, presentía que la danza es el perpetuo movimiento de las esferas y de cada uno
de sus seres. La puesta en práctica de esta certeza constituye una actividad de arte y salud que aporta beneficios y satisfacciones. Eso es la danzaterapia.
Desde que nacen, los seres humanos ya pueden danzar con su corazón, con las manos. con los ojos, con sus piernas o su torso. La danzaterapia sostiene esa premisa y por eso es inclusiva: niños, adolescentes. adultos, adultos mayores, personas con discapacidad mental, motriz y sensorial. todos tienen la oportunidad de poner su cuerpo en acción. Porque la caja de huesos y músculos en que vivimos no sólo fue hecha para caminar y trabajar. También es nuestro medio para interactuar con el mundo y, a partir de ese intercambio con el ambiente y los individuos, construir nuestra propia identidad. El cuerpo habla. Silenciarlo conduce a la enfermedad. Dialogar con él, a la sanidad.
Danza para todos
La danzaterapia abre espacios donde fomentar potencialidades físicas, intelectuales y emotivas, dormidas por mucho tiempo, quizás, desde siempre. Por prejuicios de larga data, el aprendizaje a través del cuerpo está olvidado en nuestra sociedad. Apenas es aceptado como pasatiempo lúdico entre las niñas pequeñas. Pero no sólo ellas tienen derecho a experimentar con el movimiento. A lo largo de toda la vida y para hombres y mujeres, el cuerpo es fuente de gratificación y conocimiento. La danza no tiene sexo ni edad.
En este punto, se vuelve imprescindible hacer una distinción. La danza no es únicamente lo que aparece en los medios masivos de comunicación. Eso es otra cosa. Despojada de aspectos grotescos y provocativos, la danza es ritmo, armonía plástica y creatividad. La danzaterapia explota estas cualidades, a través de clases guípales, a cargo de profesores artistas. Esos encuentros son un estímulo para que las personas descubran su propio modo de bailar. Cada una elabora su estilo particular: no se trata de coreografías preestablecidas con figuras estereotipadas, ni de una sucesión de pasos contados en secuencias de ocho tiempos. La libertad para interpretar consignas sugeridas permite la danza para todos. En ello reside la clave de la efectividad de esta propuesta, que colabora de manera interdisciplinaria con tratamientos médicos y psicológicos desde un área exterior a ellos: el arte. La danzaterapia aspira a la sanación mediante el arte. Un lenguaje sencillo
Si bien la danzaterapia tiene aspiraciones profundas \ complejas, en la práctica, su metodología emplea un lenguaje sencillo. Parte de no ciones básicas, (por ejemplo, pares opuestos como abierto/cerrado, alto/bajo, grande/ pequeño) para provocar al cuerpo, deshabituado al movimiento. Los estímulos también pueden ser visuales, también accesibles. La experiencia previa de conocer una piedra, un árbol o un pájaro sirve como disparador. La propia percepción de estas realidades cotidianas es trasladada al cuerpo a través de formas peculiares que dependen de una interpretación subjetiva. Después, la inmovilidad de una roca puede enriquecerse y confrontarse con el continuo girar de una rueda. A partir de estas consignas simples, los desafíos aumentan progresivamente.
Los profesores practican una labor artesanal para dirigir los grupos según sus necesidades y buscar el enriquecimiento mutuo entre los compañeros. La interacción entre los participantes, en dúos, tríos o entre todos los presentes, permite compartir los logros y dificultades de cada uno. De allí. algunos de los efectos terapéuticos de la danzaterapia: adquirir la autopercepción consciente, comprender los tiempos y límites del otro, respetar los espacios individuales, ampliar los lazos sociales, proveer de herramientas para la comunicación, descubrirse y descubrir el entorno. La conquista del propio cuerpo como territorio de exploración deriva en consecuencias positivas insospechadas.
Cuando las personas se reconocen como seres creativos, capaces de producir un resultado artístico que recibe su propia aprobación, la de sus compañeros y la del maestro -y más tarde, la de la familia-. la satisfacción y la alegría van acompañadas de seguridad. La autoconfíanza se apoya siempre en un desenvolvimiento corporal que repercute exteriormente. Al final. los alumnos/artistas se presentan en escenarios públicos para mostrar los resultados de su esfuerzo y su talento.
Hay un objeto muy querido en la danzaterapia debido a la metáfora que encierra. Es la caña. No la de azúcar, ni la de pescar, ni la de beber sino ese tronco hueco, amarillento y rígido. Ese trozo vegetal endurecido que alguna vez fue verde y flexible. Puesta en las manos de quien danza, la caña recupera el movimiento perdido. Al cuerpo humano le sucede lo mismo. Olvidado y reseco, sólo necesita de una mano sabia que le recuerde toda la energía contenida que tiene y que puede transformar en fuerza y vitalidad.
La caña es apenas un ejemplo. Otros elementos ayudan a despertar la danza y a sortear obstáculos que pueden parecer infranqueables. Los globos brindan liviandad. suavidad y circularidad. Por su cualidad escurridiza favorecen dinámicas corporales sutiles, precisas. Ayudan a modificar impulsos mecánicos y volverlos movimientos ligados. En la infinita lista de recursos para una clase, la música es muy importante. Su presencia relaja y estimula. Además, convoca a innovar a través de la percusión, por ejemplo, o la liberación de la voz. La variedad de sonidos, a su vez, despliega variedad de danzas y es prueba de la pluralidad que reina en el mundo. La danzaterapia se esmera en mostrar la diversidad: cultural, física. intelectiva. Pero sobre todo, la defiende y valoriza.
Las cañas, los globos, los instrumentos musicales provenientes de diferentes regiones del planeta son unas pocas de las innumerables fuentes que el danzaterapeuta utiliza en su labor. Pero la imaginación es capaz de convertir materiales insospechados en compañeros de danza. He ahí la destreza creativa de los profesores. quienes ponen arte en cada encuentro con sus alumnos.
"¿Qué pastilla está tomando?"
Muchas personas han pasado y permanecido en la danzaterapia. disfrutando de los beneficios conseguidos. Los profesionales de esta disciplina encuentran una confirmación para su tarea cuando el médico le dice a un alumno "¿qué pastilla está tomando?" y este responde "la pastilla es ir a las clases". Eso viene a ratificar que la danzaterapia sirve, llega, sana, es terapéutica porque produce cambios para sentirse mejor. Muchos son los testimonios.
Norberto sobrellevaba el mal de Parkinson, con sus movimientos involuntarios. Presenciaba y observaba las clases, luego pintaba con óleos el trabajo de sus compañeros o lo que la música le dictaba: flores muy coloridas, paisajes luminosos. A través de su arte lograba aquietar sus movimientos. La danza le abrió el camino hacia la pintura.
Durante mucho tiempo. Estrella. en silencio, sin contarlo, a partir de las consignas de las clases, escribía poesías, hasta que produjo un libro completo en el que fusionaba la danza y la literatura. Lo compartió con todos los integrantes de su grupo.
Ricardo, un señor con síndrome de Down, nunca había hecho estimulación artística. Comenzó con la danzaterapia a los 60 años con lógicos condicionamientos motrices de acuerdo a su edad y su patología. Empezó a tomar clases individuales. Luego de dos años, se integró a un grupo, socializando con sus pares. Subió a varios escenarios y así pudo encontrar una expresión alternativa a través de su cuerpo olvidado. La metodología cumplió su misión porque le brindó una posibilidad más a las que traía inicialmente.
Actualmente, también. existen grupos de niños donde otros niños con discapacidad están integrados. Todos juntos crecen con una educación para la aceptación de las limitaciones del otro: el que aparentemente no tiene ninguna dificultad aprende a respetar el tiempo particular del otro, para danzar y expresarse, al igual que aguarda los plazos de un hermano para hablar. Los más pequeños, desde su espontaneidad y naturalidad, cooperan para construir un ambiente de convivencia y afecto. Juntos se comprenden porque todos hablan el mismo lenguaje corporal.
El desarrollo de la intuición
Los destinatarios de las actividades son múltiples, con una especial dedicación para la familia de la discapacidad: para la persona con capacidades diferentes, para sus familiares y para los profesionales de diferentes áreas que colaboran con él. Padres, hermanos y amigos de la persona con discapacidad tienen la oportunidad de trabajar su propio cuerpo, exterior e interiormente. Por su pane, los profesionales traen inquietudes y necesidades. Ellos requieren de una formación que les permita resolver situaciones diversas. La intuición es una competencia que debe ser motivada. La danzaterapeauta Sonia López, quien cuenta en su larga formación con las enseñanzas de la maestra María Fux, explica esta cuestión sutil: "En la danzaierapia, permanentemente está en juego la intuición para con el otro. lo que, estrictamente hablando, no se aprende en ningún lado, sino que se desarrolla. Aunque mi objetivo general sea que quien está a mi cargo pueda expresarse libremente, o canalizar su angustia o su alegría, no hay una regla fija para llegar a cada sujeto en particular: este trabajo corporal, que se apoya sobre una base sensible y que ahonda en zonas profundas, no sólo del que recibe sino también del que da, es intuitivo. Cada alumno representa un encuentro que sucede desde un lugar insospechado, no sólo corporal sino mucho más intenso. Es una combinación de sensibilidad y emoción. Por eso, cuando alguien pregunta *¿una persona cuadripléjica puede danzar?', respondemos que sí, porque la conexión con el otro trasciende lo meramente visible".
Suenan ecos de los versos iniciales de Gabriela Mistral. Desde su sabiduría ancestral, cerró su poema "Los que no danzan" con una imagen tan bella como provocadora, que invita a seguir pensando:
"Todo el valle está danzan do/ en un corro bajo el sol. / A quien falte se le vuelve/de ceniza el corazón...".
Analta Melgar *
*Analía Melgar es periodista especializada en danza, licenciada en Letras y docente de la UBA.