sábado, 6 de agosto de 2011

Ejercicio, deporte y recreación en el niño con discapacidad

Como ha sido planteado por los primeros profesionales en la historia de la medicina, en la época de Babilonia o de Grecia, la práctica sistemática de ejercicios físicos siempre ha sido considerada como un elemento esencial para el logro de una buena salud.

Un problema habitual, en el caso de los niños afectados por cualquier forma de discapacidad, incluso en las menos severas como el retraso mental ligero, es la de no realizar ejercicios físicos de forma sistemática.

Como es frecuente la presencia de afecciones médicas intercurrentes, los padres, dentro de sus mecanismos de sobreprotección, tienden a desestimar la práctica del deporte, viendo esta como un peligro para la salud del niño, y no como una forma de desarrollar su capacidad física.

Si nos proponemos que nuestros niños tengan un desarrollo integral, no podemos dejar de incluir el deporte, la recreación al aire libre, y el ejercicio físico sistemáticos como elementos imprescindibles para el logro de una buena calidad de vida y de una plena integración social.

Entre los beneficios del ejercicio y la práctica del deporte en el discapacitado, tenemos:
• Desarrollo de potencia muscular y la resistencia a la fatiga
• Mejor funcionamiento de las funciones vitales especialmente la respiratoria, cardiovascular, renal.
• Desarrollo del sentimiento de autoestima, y el ajuste emocional
• Incremento del validismo
• Contribución a la socialización, desarrolla los sentimientos de pertenencia al grupo.
• Contribución a mejorar el soporte esquelético, evitando complicaciones como la descalcificación o la osteoporosis.
• Eliminación de la depresión, la ansiedad
• Incremento de la participación del niño discapacitado en las actividades de su comunidad
• Contribución a una mejor comprensión de las personas no discapacitadas sobre el problema que la discapacidad infantil representa y los potenciales de aquellos afectados para integrarse socialmente.
No hay dudas sobre la importancia de la práctica del deporte para el niño discapacitado, el problema lo constituye poder crear en la comunidad las facilidades para que estos niños puedan disponer de las posibilidades para practicar deportes.
El primer problema radica en la necesidad de entrenadores, debidamente adiestrados sobre las peculiaridades de la práctica del deporte en los discapacitados, las características de las diferentes formas de discapacidad, las limitantes en determinadas patologías como el síndrome de Down, las formas de evaluar al deportista y de seleccionar el deporte o actividad más apropiada de acuerdo con la individualidad de su afección.

La falta de información determina que el instructor, ante el temor de colocar al niño en riesgo, tienda a excluir al niño de la actividad física, como supuesta vía para proteger su salud. El problema se hace mayor cuando esta forma de pensar se extiende a los padres, que piensan que una forma de proteger a sus hijos de accidentes es prohibirles practicar deportes.

Son muchos los ejemplos de nuestra consulta, en la que los padres, cuando recomendamos la práctica de algún deporte, nos plantean su preocupación, en primer lugar, sobre si un golpe, una caída, puede afectar la salud del niño. Pensamos que los padres sienten, además el temor, aunque no lo expresan, de que sus hijos, al ser discapacitados, no sean aceptados por el resto de los niños, o sean objeto de burla o de rechazo.

Es real que en determinadas circunstancias , en algunas forma de actividad física, pueden existir riesgos para un niño discapacitado, por lo que la recomendación de la práctica del ejercicio deportivo debe ser objeto de una valoración especializada y debe ir con un grupo de recomendaciones del médico especialista al instructor deportivo. Veamos un ejemplo:
un 15 % de los niños afectados por el síndrome de Down, sufren de una laxitud de los ligamentos de la articulación constituida entre el atlas y el axis, lo que determina una tendencia a la subluxación que determinaría un riesgo de una lesión medular ante un ejercicio repetido que implique una sobre carga a esta articulación, como puede ser el clavado, la lucha, el boxeo, u otros deportes de contacto, como el fútbol, o los deportes a caballo, el salto largo , o cualquier actividad física que signifique una sobrecarga para el cuello.

Ahora bien, lo primero es que esta afección solo afecta a un 15 %, si pensamos que todo el niño afectado por un síndrome de Down no puede hacer ejercicios porque puede sufrir una lesión medular, el 85 % de los niños verá limitada innecesariamente su vida, y los padres estarán sometiendo a una sobreprotección ansiosa a sus hijos ante el temor de un riesgo que en la mayoría de los casos no existe.

Lo apropiado sería entonces que si un niño afectado por un síndrome de Down decide practicar deportes, entonces debe ser evaluado por un especialista, el que, en primer lugar, mediante el interrogatorio, determinará si hay antecedentes de alteraciones de la región cervical (dolor, o contracturas en la musculatura del cuello, episodios de tortícolis), después del examen físico pueden indicarse investigaciones complementarias como los rayos X, que demuestran si existe o no afectación, y a partir del resultado del examen, informar a la familia sobre los riesgos reales.

La hiperlaxitud articular que acompaña al síndrome de Down, con frecuencia predispone a ciertas lesiones en caso de ejercicios demasiados intensos que comprometan en exceso la biomecánica articular, por lo que el especialista debe hacer un grupo de recomendaciones, sobre cómo el niño debe realizar el deporte y qué precauciones deben ser consideradas, pero esto en ningún modo significa prohibir la actividad física, que implicaría otros problemas como la obesidad, más sentimientos de inferioridad, menos integración social.

La hiperlaxitud, en este caso, lo que determina son algunas recomendaciones como la necesidad de un mayor tiempo de calentamiento previo al ejercicio físico intenso, evitar aquellos que requieren esfuerzos sobreañadidos sobre la articulación, como puede ser el levantamiento de pesas, o la carreras de distancia.

En el caso de un niño afectado de una Parálisis Cerebral Infantil, existe un déficit motor, con frecuencia asociado a disminución de la capacidad respiratoria, espasticidad, contracturas musculares, osteoporosis, la falta de actividad física contribuye a incrementar los problemas, son diversas las actividades deportivas especiales en que los afectados pueden participar, y enormes los beneficios que estas producen.

Referente al retraso mental, donde no existe impedimento físico, la práctica del deporte incrementa la autoestima, la disciplina, logra además reducir la frecuencia de trastornos de conducta asociados, como la agresividad, la autoagresión. Está demostrado que el deporte en el retraso mental incrementa las posibilidades de participación social del niño afectado, preparándolo para la integración al grupo, el cumplimiento de reglas, y la tolerancia a la frustración.

Estudios realizados en grupos que se encuentran vinculados sistemáticamente a la práctica deportiva, muestran que el niño discapacitado mejora su calidad de vida, tiene más amigos, menos aislamiento, participa más activamente en las actividades de su comunidad, y en la recreación, es más independiente en las actividades de la vida diaria y contribuye más en las actividades del hogar, que aquellos que no practican deportes.

Un campo amplio lo constituyen las actividades que se pueden practicar con fines deportivos en el niño discapacitado, las mismas van, desde las actividades de deporte sobre silla de rueda, las actividades deportivas con adaptaciones especiales y objetivos terapéuticos bien definidos como la equinoterapia, o la práctica de deportes clásicos, la natación, gimnasia aeróbica, etc.

Entre los deportes de los Juegos de Verano de Olimpíadas Especiales, tenemos:
• Acuáticos, natación y saltos ornamentales.
• Atletismo, pista y campo.
• Baloncesto.
• Boliche.
• Ciclismo.
• Equitación.
• Fútbol (Soccer).
• Gimnasia.
• Patinaje sobre ruedas.
• Sofball.
• Tenis.
• Voleibol
Hay deportes que, por diferentes razones de salud, seguridad y psicológicas, no son los más recomendados, entre otros, los deportes de contacto, Artes Marciales, Lucha, Judo, Karate, Boxeo, Esgrima, Tiro al Blanco, Jabalina, Lanzamiento del martillo, Salto con Pértiga, triple salto, Salto acuático ornamentales de plataforma, el trampolín en la gimnasia, lo que no significa que en determinados pacientes no los empleemos, sobre todo cuando el niño los desea y no tiene limitaciones para realizarlo, y no representan riesgo para su salud.

Prácticamente ningún deporte debe ser excluido de la posibilidad de ser practicado por un discapacitado, consideramos que la clave consiste en; las facilidades existentes en su zona de residencia para practicarlo, si su capacidad física está en concordancia con los requerimientos de la actividad deportiva seleccionada, si esta no determina riesgo de daño físico o psicológico para el niño, y el nivel de supervisión y asesoramiento por parte del instructor, y las modificaciones que deben hacer a las reglas del juego para adaptarlas a las posibilidades del niño.

El espíritu que inspira la realización de las Olimpiadas Especiales es el de estimular en cada país el desarrollo del deporte en los discapacitados, como una forma de participación plena de este en la vida social, de forma que pueda aprender, disfrutar y beneficiarse en lo físico, mental , social y espiritual, incluyendo además la participación activa de la familia y de la comunidad, en el planeamiento y desarrollo de las actividades deportivas y recreativas.

Se desarrollan sin importar el grado de discapacidad de la persona, su sexo, raza, religión, nacionalidad, procedencia social o posibilidades económicas, incluyéndose a los mayores de 8 años, aunque aquellos entre 5 y 7 pueden ser entrenados.

Existe una tendencia a considerar que el deporte individual es una mejor opción a considerar en los niños discapacitados que el deporte colectivo, a punto de partida de las diferencias individuales en las formas de discapacidad, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo, el deporte individual evita la comparación de los rendimientos como ocurre en los deportes colectivos, o la frustración al no cumplir con las expectativas del grupo, en la actividad individual el niño compara sus resultados con su propio rendimiento, lo que determina que pequeñas mejorías puedan tener una gran significación desde el punto de vista psicológico.

Esto no quiere decir que los deportes colectivos no sean recomendables, pues bien orientados y dirigidos, desarrollan el espíritu de pertenencia al grupo y el trabajo colectivo, en ello está sobre todo, la habilidad del entrenador, que le confiera la mayor importancia a que todos los miembros del equipo disfruten de las mismas posibilidades de participar en la actividad, a pesar de las diferencias en sus capacidades funcionales.

Es objetivo de la práctica del deporte en el discapacitado , no es la formación de un deportista de alto rendimiento, para participar en una determinada competencia , aquí la esencia es que el deporte, la actividad física son elementos terapéuticos, o sea, son una forma de hacer tratamiento, de mejorar calidad de vida, por lo que sus resultados no deben ser medidos por las medallas alcanzadas por un determinado atleta, sino por la sistematización de la participación de la mayor cantidad de discapacitados posibles, dentro de un programa de base comunitaria que empleé las instalaciones existentes y permita la participación del niño afectado con el no afectado.

Un programa de deporte en el discapacitado no puede estar diseñado para brindar posibilidades de entrenamiento a un grupo elite de deportistas con determinadas cualidades, con fines de participar en una determinada competencia.
Tampoco resulta adecuado que solo los entrenamientos se realicen como preparación para la participación en una determinada competencia , siempre la práctica debe ser fruto del trabajo sistemático, del trabajo colectivo, de la educación, de la finalidad de mejorar la calidad de vida de la persona afectada.

Solo en muy pocos países del mundo existen las condiciones para poder lograr la plena integración de los niños discapacitados al deporte, desde el triunfo de la Revolución cuantiosos recursos han sido destinados para poner a disposición del pueblo áreas deportivas y entrenadores en los rincones más apartados de nuestro país, hoy la práctica de la educación física se realiza en el 100% de las escuelas, y se extiende a todas las comunidades, lo que le ha permitido a Cuba cosechar éxitos increíbles en las competencias internacionales.

En Camagüey existe una importante tradición en el deporte para personas discapacitadas, en las escuelas especiales se realiza un trabajo sistemático, dirigido por profesores de educación física capacitados en el entrenamiento de niños con necesidades especiales, se realizan competencias zonales, municipales, provinciales y nacionales, y se participa en los eventos internacionales.

Paralelamente, el Instituto Nacional de Deportes, en coordinación con las organizaciones de discapacitados de la provincia, desarrolla importantes actividades en la que los discapacitados disponen de áreas deportivas para su entrenamiento, y personal capacitado para su preparación.

Actualmente se desarrolla un trabajo conjunto entre todos los factores, incluidos los miembros del Proyecto Esperanza para lograr un trabajo de base comunitaria, que integre a la práctica sistemática del deporte al 100% de los niños y adolescentes discapacitados del municipio Camaguey y del resto de la provincia.

Nosotros vemos al deporte estrechamente vinculado al trabajo comunitario, con la activa participación del personal de la salud, de la educación especial, del INDER, y de los miembros de la comunidad, representada por los padres, activistas voluntarios, organismos y empresas que contribuyan con recursos a crear las condiciones materiales necesarias, la participación de los medios de difusión que transmitan al pueblo las competencias y los resultados, contribuyendo a divulgar los beneficios y potencialidades que la práctica del deporte representa para cualquier persona afectada por una enfermedad crónica.

Debemos destacar que las actividades deportivas deben realizarse en áreas terapéuticas, donde existan licenciados en cultura física, especialmente entrenados en la preparación de los niños discapacitados, y resulta conveniente, además, que las actividades se realicen con la participación de varios niños, para promover la cooperación y el intercambio entre ellos como parte del programa de entrenamiento deportivo.

Como son tan diversas las formas de discapacidad y tan diferentes las posibilidades de cada niño para realizar una determinada actividad, las posibilidades de modificar la actividad para adaptarla a la individualidad de cada caso, depende, en gran medida, de la experiencia y del entrenamiento de la persona encargada de trabajar con el niño.

La modificación de las reglas de un determinado juego, adaptándola, a las posibilidades del niño, el ajuste en el campo deportivo, el empleo de medios auxiliares, de sillas de rueda especialmente diseñadas, son, entre otros muchos, ejemplos de la, modificaciones posibles que se pueden realizar. El instructor debe, además, conocer a cabalidad las Reglas Oficiales de Deportes de Verano de Olimpíadas Especiales, para, en primer lugar ,adaptar el entrenamiento a los requerimientos de estas y, en segundo, educar al niño en su cumplimiento.

Existen factores que conspiran contra poder lograr un buen desarrollo del deporte en niños discapacitados.
• Falta de información y experiencia en los entrenadores sobre el deporte y la educación física en los niños discapacitados.
• Poca cooperación de los padres, que por una parte sienten temor en permitir a sus hijos practicar deportes, pensando en que se puedan hacer daño, y por otra no disponen de tiempo o recursos para llevar al niño al área de entrenamiento.
• Puede que en una comunidad no exista el número necesario de niños con una determinada discapacidad, que permita formar un equipo de entrenamiento, pero siempre existe la posibilidad de integrar el niño afectado a participar con los no afectados, en la medida de sus posibilidades.
• Las personas no discapacitadas no están debidamente informadas sobre la necesidad de que un niño discapacitado participe en una actividad deportiva y pueden rechazarlos.
• Presencia de barreras arquitectónicas, o dificultades de transportación que dificultan el acceso de los discapacitados a las áreas deportivas.
Muchas son las anécdotas de la vida real que pudiéramos contar, con frecuencia cuando le recomendamos a una mamá motivar a un niño en la práctica sistemática de ejercicios físicos en un área deportiva donde solamente se atienden personas no discapacitadas, aparecen dificultades, especialmente en la medida que sea mayor el nivel de discapacidad.

Recordamos la expresión de un instructor de natación cuando dijo: ¿Quién le dijo a ese médico que un mongólico puede aprender a nadar?, o del profesor de gimnasia al que le enviamos un PCI con una marcha independiente, y le dijo a la mamá que cambiara de médico pues su hijo no podía hacer ejercicios.

Hemos tenido el caso de niños discapacitados motores en una escuela normal pero con marcha y buen intelecto, que cuando llega la hora de la clase de educación física son dejados en el aula por el profesor, pues piensan que cualquier actividad física le puede hacer daño al niño. Tenemos niños discapacitados que asisten a un área especial de educación física donde prácticamente no realizan ninguna actividad.

Tenemos padres que, cuando le planteamos en la consulta la importancia de que su hijo practique un deporte, nos contestan que después cuando, el niño sufra un accidente, o le pasara algo yo no era el que tenia que corren para cuidarlo.

Por suerte, estas actitudes negativas, gracias al incremento del nivel cultural de nuestro pueblo y el trabajo que se viene realizando por los medios de difusión masiva , se van convirtiendo en casos aislados, cada vez menos frecuentes.

Debemos destacar que existen profesores altamente preocupados, por la atención a los niños discapacitados, que han dedicado toda una vida a entrenarlos y capacitarlos, promoviendo todo tipo de actividades, aun sin contar con los recursos materiales ideales, y han logrado un éxito significativo que ha permitido que Camagüey se encuentre entre las tres primeras provincias del país en este campo.

Pensamos que es esencial divulgar información, promocionar contactos, educar a los padres, a la comunidad, eliminar barreras arquitectónicas, integrar esfuerzos entre los organismos de Salud Pública, Educación Especial, y el INDER: esta es una de las líneas de trabajo del Proyecto Esperanza.

La recreación y el deporte son elementos inseparables en el caso del discapacitado, ambas implican el disfrute, la participación colectiva. Es esencial en el trabajo comunitario con niños discapacitados la programación de actividades recreativas como parte de mejorar su rendimiento funcional, y su integración social.

Nosotros defendemos la necesidad de integración del niño discapacitado a la recreación pero no desde el punto de vista de actividades solo para discapacitados , promovemos la necesidad de que el niño participe, con el resto de los niños de su cuadra, de su barrio, en las actividades.

Por eso es tan importante educar, trabajar en las escuelas, emplear los medios de educación masiva, preparar materiales específicos, que reflejen la necesidad de solidaridad humana, de amor, de compañía, de respeto, que tiene el niño afectado, sobre todo en determinadas etapas tan complejas como la de la adolescencia.

Desgraciadamente tenemos muchas barreras arquitectónicas en los lugares públicos, que dificultan la plena integración social del discapacitado, pero ya existe todo un movimiento al respecto, y, en la actualidad, todas las nuevas construcciones, por ley, tienen previstos accesos para personas en silla de ruedas.